Preocupaciones fiscales

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La semana pasada el Ministerio de Hacienda presentó el Plan Financiero del Gobierno Nacional correspondiente a 2024. La cartera de las finanzas públicas estima, al cierre de este año, un crecimiento de 1,5 por ciento del PIB y una variación anual de la inflación del 6 por ciento. También proyecta ingresos de unos 320 billones de pesos -32 billones menos de lo inicialmente planteado- así como un aumento del déficit fiscal del 4,2 por ciento del PIB en 2023 al 5,3 por ciento del PIB en 2024.

El panorama fiscal que reflejan las cuentas oficiales del equipo económico no es halagador y ha despertado algunas alertas por parte de expertos y analistas del mercado. El Gobierno tendrá que operar este año con menos recaudo del esperado, manejar un hueco en las finanzas públicas y elevar el endeudamiento. A pesar de lo anterior, se está proyectando sostener unos niveles de gasto público similares a los registrados en la emergencia de la pandemia del covid.

Para el Ministerio de Hacienda, la decisión de aumentar el déficit fiscal responde al espacio que le otorga la Regla Fiscal. No obstante, el diseño de estos esquemas no constituye una invitación a vivir al borde de los mismos. Si bien el Gobierno Nacional cumplió la Regla Fiscal en 2023, las cuentas para 2024 la muestran en sus límites, reduciendo los márgenes de maniobra ante escenarios retadores.

Además, en este año se quebrará la positiva tendencia de reducción del déficit fiscal que se reportó por unos tres años.

La búsqueda de unas finanzas públicas lo más sanas y equilibradas posibles debe constituir un criterio rector y guía de los planes financieros del Ministerio de Hacienda.

No se debería estimular un estado permanente de emergencia, como el experimentado en la pandemia, que justifique peligrosos niveles de gasto público y la flexibilización fiscal. En otras palabras, el esfuerzo debería estar concentrado en mantener esa senda de cierre de los huecos en las cuentas estatales y una relación más balanceada entre ingresos y gastos públicos que no dispare la deuda.

Se requiere una mayor mesura en la chequera del Gobierno. En especial, cuando los índices de ejecución de la inversión en la administración Petro son de los más bajos en más de una década. Más que perseguir el mayor gasto estatal posible, el énfasis del Gobierno debería concentrarse en una gestión más ejecutiva e inteligente de esos recursos de inversión, que son los que, al fin de cuentas, se traducirán en resultados y políticas tangibles. Otro aspecto está en las expectativas optimistas del recaudo.

Los ingresos esperados ya no cumplen con las proyecciones iniciales- por vía de fallos judiciales, freno en la actividad económico, medidas anti-evasión y menores recursos por los arbitramentos de litigios tributarios, entre otros. Cabe recordar en este punto, las alertas múltiples desde analistas y expertos, incluido el Comité Autónomo de la Regla Fiscal (CARF), de consolidar ingresos en el presupuesto nacional desde fuentes no estructurales y no permanentes.

La planeación financiera del Gobierno debería recoger con más prudencia una realidad del recaudo menos optimista y boyante que la originalmente calculada.

En conclusión, el escenario fiscal para este 2024 se perfila con mayores complejidades, menores márgenes de maniobra, con una Regla Fiscal estirada al límite, con mayor deuda y con mayor déficit fiscal. Son alertas que el Gobierno Nacional debería ponderar con mayor mesura.

 

FRANCISCO MIRANDA HAMBURGER

Fuente: 
Portafolio

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Circular No.
031 – 2022

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