Julio Torres espera que la vida le alcance para atravesar el puente más largo del país. No pide más. Caminarlo. Conocerlo. Quiere que el mundo sepa que su pequeño pueblo —de 10 kilómetros de largo— existe, ir a Cartagena en carro y ver el mar, llevar el plátano y el pescado por carretera a El Banco o Aguachica. A sus 74 años quiere que los días le alcancen hasta 2019, para ver la obra terminada y cumplir este sueño nuevo: ir a Magangué en carro y no en chalupa.
Don Julio es uno de los 1.500 habitantes de Isla Grande, corregimiento de Magangué, ubicado justo en la mitad de lo que hoy son las obras del puente más grande que se construye en el país y que buscará que dos municipios históricamente desconectados, Mompox y Magangué, se comuniquen por tierra.
El proyecto consiste en un complejo vial de 12 kilómetros, a lo largo de los cuales se levantarán dos puentes de gran magnitud: Santa Lucía de 1 kilómetro y Roncador de 2,3 kilómetros. Este será el más largo de Colombia y el quinto de Latinoamérica. Lo construye el Fondo Adaptación y estará listo en febrero de 2019.
“Este proyecto es muy bueno, será muy servicial para todos los que vivimos cerca. El sueño que tengo es alcanzar a pasarlo caminando. ¡Qué delicia! Es que le digo, seño, esta obra es de lo mejor que nos ha pasado. Lastimosamente, llegó tarde a mi vida y lo que me queda es rezar para poder verlo, quiero verlo terminado”, dice don Julio mientras camina por la obra.
Confiesa además que entre sus sueños de muchacho nunca estuvo tener un puente. Eran urgentes otras cosas: tener agua y energía. El puente era una quimera, casi un lujo. Un asunto lejano que nadie les daría. Se acostumbraron a la desgracia anual de quedar incomunicados cuando llegaban las lluvias. Desaparecían del mapa. Por eso, dice, que el puente les llegó como una bendición.
“Aquí siempre nos hemos comunicado por transporte fluvial, siempre ha sido así. He dicho que este puente debe cambiarnos la vida, cambia o cambia. Déjeme decirle que nunca soñamos con tener este puente porque es una obra que se nos sale de la cabeza. Es mucho más de lo que cualquiera puede soñar. Se nos apareció un angelito y vino y construyó este puente”.
Lo dice literal y lo repite en su acento costeño que parece más un canto vallenato: “... se nos apareció un angelito. Dios quiera que la vida me premie y logre verlo terminado. Yo quiero esperar eso”, reitera.
El señor Julio es agricultor. Se dedica también a la pequeña ganadería y hoy dejó sus labores para atender la visita. “Hay temporadas del año en que hemos estado abandonados, nadie viene por acá. Con la construcción del puente la vida ha sido más feliz porque todos los días nos visitan, viene gente de todas partes a ver las obras. Antes discúlpeme porque no me dio tiempo de arreglarme para esta visita”. Y se ríe.
Su hijo, quien también se llama Julio Torres, es hoy el representante de la comunidad de la Isla. El muchacho Torres va más allá y asegura que la obra les dio empleo. “En la obra tenemos una fuente de trabajo importante y esto es clave porque en esta región la gente vive de la agricultura y con esto se nos facilitan las cosas porque tenemos otra fuente de ingresos para el bienestar de la comunidad”.
Dice que espera que cuando las obras estén listas en tres años, la gente siga visitándolos. “Este es un buen inicio para que el país nos vea y se inviertan en otras cosas que necesitamos como en agricultura y ganadería. También que nos arreglen las vías de acceso. El puente nos hará visibles”.
La filigrana de la obra
Carlos Goyeneche, director de obra del consorcio nacional Yatí, encargado de la construcción de la megaobra, explicó que ya están saliendo de la parte difícil del proyecto, que era realizar las sedimentaciones en el río Magdalena.
“En este momento ya estamos en un 80 % de la sedimentación en el río. Esto es difícil porque son pilotes de gran tamaño, de 70 metros de profundidad y de 2 metros de diámetro. Esto requiere un detalle y un trabajo complicado, pero eso ya se logró”.
Explica que el material de construcción está llegando de muchas partes del país: los agregados de Bosconia, la arena de Valledupar, el cemento de Tolú. Hay tres plantas de concreto: una en Santa Lucía, otra en Isla Grande y la tercera en Bodega. Además, se están construyendo tres pilotes semanales en agua. Cada uno demanda una inversión cercana a los 500 millones de pesos. Goyeneche subraya que este será un puente ciento por ciento colombiano.
“Estamos muy bien en el cronograma y esto es, en parte, porque nos ha favorecido el clima. Somos conscientes de que se puede venir un fenómeno de La Niña que nos puede afectar mucho. En esta época el clima ha sido favorable y por eso hemos incrementado los turnos para adelantar el mayor trabajo posible, de manera de que si llega La Niña no nos vaya a golpear tan duro”.
Iván Mustafá, gerente del Fondo Adaptación, explica que la obra además de conectar dos municipios que han estado aislados por carretera desde siempre —Mompox y Magangué—, también busca conectar trasversalmente las dos vías claves del país: la Troncal de Occidente y la Ruta del Sol. El otro propósito es conseguir que en caso de que se vuelva a presentar el fenómeno de La Niña, La Mojana no quede incomunicada como ocurrió en 2010-2011.
Mustafá destaca que en este proyecto se invierten 236.000 millones de pesos y beneficiará directamente a los habitantes de los municipios de Magangué, Cicuco, Talaigua Nuevo, Mompox, El Banco, Tamalameque, Santana y La Gloria. “El proyecto está previsto para 40 meses, de los cuales los cuatro primeros fueron de preconstrucción y terminaron en febrero de este año. La buena noticia es que ya llevamos un avance del 24 %, poco por encima de lo previsto en el cronograma inicial”, dice el funcionario.
Subraya que la apuesta es que este proyecto es generar desarrollo en la región, reducir los tiempos de viaje entre 3 y 4 horas y generar una economía competitiva.
Frente a la pregunta de por qué el Fondo Adaptación llega a la construcción de esta megaobra, Mustafá explica que lo hacen por varias razones. “La primera es que hay una necesidad de hacer un puente y una vía que estén adaptados al cambio climático, esa es una de las prioridades. Además, se requiere conectar dos zonas y si lo hacemos con las vías convencionales, lo que pasará es que se van a afectar las ciénagas. Esta obra no amenaza la naturaleza del río, respeta y se adapta y además, se protegen las zonas claves en los centros poblados”.
Mustafá indica también que la comunidad ha estado involucrada y se ha generado empleo. “La mano de obra calificada y no calificada ha sido prioridad para beneficiar a la población. Son más de 500 personas que están siendo contratadas por la obra e indirectamente más de 1.500. Además, frente a la economía local que se puede ver afectada por el desarrollo de esta megaobra, por ejemplo, las empresas de transporte en el río van a tener la posibilidad de formalizarse y de incluirse en la nueva economía que con la construcción del puente se va a generar”.
Expectativa en la región
El gobernador de Bolívar, Dumek Turbay, le dijo a este diario, que el puente es “la obra soñada. Durante años la comunidad pensó que no iba a tener la posibilidad de tenerla y hoy la región ve este sueño convertido en realidad. Aquí tenemos la posibilidad de conexión de la isla de Mompox con el continente. Esto no solamente se va a traducir en mejorar la movilidad y en el ahorro del tiempo, sino que esperamos que toda la lógica económica de la región cambie 180 grados”.
Destaca que esta es la obra pública más importante, después de la refinería de Ecopetrol, que se está haciendo en el departamento de Bolívar. “Lo más importante de esta obra es que una región absolutamente prospera, con un gran potencial por el río, por la riqueza de sus tierras; le va a permitir generar bienestar”.
Pedro Manuel Alí, alcalde de Magangué, dice, en el mismo sentido del gobernador, que esta obra va a cambiar la lógica económica y cultural de la región. “Hoy en día nos demoramos tres horas en chalupa hasta El Banco, Magdalena, en un viaje bastante incómodo. Ahora vamos a estar a dos horas por carretera. Es muy importante que estemos comunicados con El Banco porque esta es la puerta hacia el sur de Bolívar. Llegar a Aguachica, Cesar, hoy nos representa 10 horas, ahora vamos a estar a cuatro horas y nos va a facilitar la conexión con Bogotá. Esta es una obra que de verdad nos va a cambiar toda la lógica del municipio y de la región”.
Destaca que hoy en día su municipio hace parte de dos corredores turísticos y que el proyecto es clave para que la gente no le dé “flojera” hacer los recorridos. “Ya el país nos está viendo más. Los corredores turísticos en los que estamos son: Cartagena-Mompox y el otro es Golfo de Morrosquillo-Mompox. Eso alivia la conectividad nuestra con el resto del país”.
Gerardo Arias, alcalde de Talaigua Nuevo, Bolívar, afirma que la comunidad se verá beneficiada porque no van a depender del ferri para sacar productos como el plátano. “Esperamos que cuando el puente esté listo sea más económico el transporte de los productos, ya que ahora hay un recargo y eso hace que los comerciantes no vean los beneficios”.